26/12/2024
Eduardo Halfon: “Como judío, si hoy te ponen el micrófono, digas lo que digas vas a ofender a alguien”

Fuente: telam
El escritor guatemalteco habla sobre su novela “Tarántula”, en la que recrea un episodio traumático de su pubertad y regresa literariamente a su país y al judaísmo, espacios de identidad de los que siempre parece fugarse
>Nació en Guatemala en 1971 y tenía 10 años cuando su padre decidió salir con la familia del país, atravesado entonces por un dramático conflicto armado interno. El destino se llamaba Estados Unidos y ahí fue donde se instalaron y dondeA los 26 años, Halfon entró en crisis con la profesión que había elegido y cuenta siempre cómo comenzó a leer de manera sobrenatural. De ahí en más se convirtió en profesor de literatura en su país de nacimiento y empezó a escribir hasta convertirse en quien es hoy: el autor de una obra literaria sólida y original. Sus libros componen una especie de autobiografía desplegada a lo largo de libros compuestos por relatos breves que dialogan entre sí. La totalidad de su obra se asemeja a una novela de su vida que en realidad no es del todo ficción ni es del todo su vida, género híbrido diríamos hoy.
Hay una primera persona que hurga en la historia de sus ancestros judíos europeos y árabes. En simultáneo hay un narrador que cuenta su vida como escritor. Y hay también un Halfon que busca entender las raíces indígenas de su país natal o las formas de vida de colectividades tradicionalmente víctimas de rechazo y discriminación como los propios judíos o los gitanos.Esta vez, el escritor Halfon regresa a un episodio del final de su infancia en 1984 cuando, ya viviendo en los Estados Unidos, su padre los envía a él y a su hermano a Guatemala, más precisamente a un campamento para niños judíos en un bosque perdido. El propósito de ese campamento es hacerles comprender a los niños judíos de la diáspora el sufrimiento de siglos de su pueblo.
Lo que sigue es la transcripción y edición de la conversación que mantuvimos semanas atrás por zoom para el podcast Vidas Prestadas.
— Tu nuevo libro, Tarántula, tiene mucho de tu obra de siempre y tiene, por ejemplo, un manejo diferente de los tiempos. Hay como una especie de maduración del proyecto, algo así me pareció.— Algo que aparece como un tema en esta novela, y que tuvo que ver mucho con tu vida, es el tema del lenguaje. Fuiste un niño que empezó hablando en español y siguió hablando en inglés. Te costaba hablar en castellano y se burlaban de vos porque no lo hablabas bien. Y como escritor, escribís en una lengua española obsesivamente cristalina y con sutilezas. Eso también aparece como una problemática en la novela.
— Es no solo una problemática, es un tema de la novela. El niño que es enviado de vuelta a Guatemala. Un niño que está creciendo en Estados Unidos, está perdiendo el contacto con su país de origen y con su lengua materna, que era nuestro caso. Ya después de tres años en Estados Unidos habíamos soltado el español, entonces mis padres nos envían de vuelta al español, al castellano. Pero luego se vuelve también un tema del libro: cómo funciona uno en una lengua madrastra. En una lengua que no es mi lengua materna. En mi prosa es todavía más cristalino, lo logro solamente a través de mucho trabajo. O sea, mi impulso siempre es escribir en inglés. Esta es de las cosas más raras de mi proceso narrativo, es que yo debo, debería escribir en inglés. He terminado recientemente dos textos en inglés. Uno es el discurso de un premio en Estocolmo. Ellos querían que lo escribiese en español y yo insistí en que lo quería escribir en inglés. Y otro texto para un festival de Bruselas. Yo me manejo mejor en el inglés. Yo leo mejor en inglés. Pero por alguna razón mi narrativa se ha dado en español, únicamente, ¿no? Es un español que tengo que trabajar mucho porque no llega fácil, no llega orgánicamente. Yo sé lo que quiero decir en inglés y tengo que buscar la manera de casi manipular el español para poder decir lo que está en mi cabeza en inglés. Luego viene el trabajo, en este caso de Tarántula, de dos años. Dos años de trabajo del lenguaje para lograr lo que parece fácil o que al lector le debe parecer fácil. Como si yo escribiera naturalmente. Y no es así. Eso es oficio.— Puede ser. No lo había pensado así pero puede ser que, debido a que me cuesta, necesito lograrlo más. Esto que tú ves como cristalino, como depurado, yo siento que es una consecuencia de por lo menos dos factores muy personales. Uno, evidentemente es el inglés. Hay algo mucho más claro en la narrativa especialmente norteamericana que a mí me interesó. Al cuentista norteamericano. Que es decir las cosas sin rodeos, sin el rococó.
— Sin barroco.— En la novela se menciona ligeramente este trabajo con la lengua cuando hablás del café que elegís cada vez que vas a París porque contás que ahí, alguna vez, había algo, una frase, que no se terminaba de resolver y se resolvió, por lo que el lugar quedó como talismán. Aparece entonces también ese café como un talismán para que se libere la lengua, por decirlo de algún modo.
— Sí. Sí. Y curiosamente en Francia, ¿no? O sea que necesito el francés ahora. Quizás es mi tercera lengua. Ahora, más que nunca, por el tiempo que pasamos en Francia.— Donde viví la pandemia, y con mi hijo., Mi hijo aquí, en Berlín, está en un colegio francés, entonces todo es en francés. Pero este quiebre que cuento se dio en París. eso que narro en el libro sucedió, digamos, en un contexto francés, que es muy extraño. La figura del talismán a mí me interesa, no sé por qué. El objeto mágico, ¿no? Yo no sé si tiene que ver con el judaísmo o con la superstición. Pero cuando hay algo que funciona, tiendo a cuidarlo, ya sea una piedra que llevo conmigo por todos lados porque creo que me trae buena suerte o este café de París, al que vuelvo constantemente. La semana pasada estuve en París presentando Tarántula y tuve dos o tres reuniones con periodistas y los cité en ese café.
— En Tarántula se narra el campamento y el encuentro con esta mujer, Regina. ¿Pero cuándo dijiste “voy a escribir una novela que tenga que ver con esto”? ¿Qué es lo que te disparó la idea de escribir?— El sueño de un escritor.
— Imagino que te referís al evento con la gran fotógrafa mexicana Graciela Iturbide que narrás en la novela. ¿Existió?
— Pero lo que sí es nuevo es la situación que se vive en este momento si sos judío. Con Israel en dos guerras al mismo tiempo. Con una concepción del mundo según la cual Israel y los judíos ya no son los débiles victimizados sino que son vistos por mucha gente como los victimarios y, al mismo tiempo, como si el pasado del Holocausto y las persecusiones ya no existiera como memoria. ¿Cómo estás viviendo esta situación?
— Así es.
— Ya se sabe: si hay dos judíos, hay tres maneras de pensar y cinco templos (risas).
— Son los dos lugares de los que fugaste para regresar con la literatura.
— Uno sabe cuándo se va, pero no cuándo vuelve.
— Hablábamos de que te formaste leyendo en inglés y mencionabas a los cuentistas norteamericanos. ¿Vos sentís que tu tipo de literatura está más cerca de esa literatura que de la literatura latinoamericana?
— Los campamentos, en las novelas de Philip Roth.
— Vivís en Euorpa, de todos modos, y recién decías que podrías sentirte dentro de la serie de algunos autores judíos de Europa del Este. Eso sí lo sentís como algo familiar en términos narrativos.
— Joseph Roth, otro que se fugó.
— Alguien te preguntó por los libros que más te influyeron sin haberlos leído, y me gustaba mucho esa respuesta que dabas.
— Algo interesante es que recién mencionaste tu bar mitzvah y el campamento de la nueva novela ocurre cuando tenés 13 años, es decir cuando para la religión judía dejás de ser un niño y pasás a ser un adulto.
— Ejercicios de supervivencia.
— Líder, madrij.
— El guía.
— Hay un momento importante en la novela que tiene que ver con un cartel que está en un club de golf y que a vos, como un chico que sos y que estás acompañando a tu padre, te resulta muy perturbador. Recién hablabas de la incomodidad de ser judío en Guatemala.
— Uno sabía que en determinados lugares algunas personas hacían todo lo posible para que no ingresaran judíos. Pienso en Argentina y pienso en ciertos clubes o country clubs. Pero que eso esté expresado claramente con un cartel…
— Ahora, es es la figura del judío perseguido. Vuelvo a lo que hablábamos antes acerca de la lectura de tu novela post 7 de octubre. ¿Cómo vive en Berlín el judío Halfon, que siempre cuestiona cosas y que, a su vez, está siendo cuestionado por el antisemitismo de siempre, pero también por el lado de los judíos que dicen que lo que uno hace o dice puede tener consecuencias y perjudicar a los judíos?
— Sí.
— ¿Y te da miedo en algún momento decir que sos judío, reconocer que sos judío?
— Te lo pregunto sobre todo porque durante mucho tiempo la figura del escritor era también la de la persona que tomaba partido en los debates públicos. El escritor, ya no solo como artista sino también como intelectual, quiero decir, y con una palabra que pesa dentro de lo que es la discusión pública.
— Pensaba en lo de estar en Berlín ahora, lo de haberte quedado allí después de la beca, lo de haber vivido en Francia. Teniendo en cuenta lo que venís diciendo en relación a fugarte: ¿es que no hay ningún lugar que sea absolutamente tuyo?
— ¿Pero ese encuentro clave sucedió, entonces?
*La charla completa con Eduardo Halfon puede verse y escucharse
Fuente: telam